En el hueco de la elipsis, una historia de suspenso

 





El verano, el calor, la piel bronceada de Carla y su bikini dorada, enrarecen los sentidos de los protagonistas. El espacio del campo y la circunstancia de las vacaciones contribuyen a ese estado

Por Silvana R. López

Distancia de rescate de Samanta Schweblin, Buenos Aires, Literatura Random House, 2014, pp.128.

 

Con notable maestría, Samanta Schweblin cuenta en “Distancia de rescate” dos historias, la de Amanda y la de Carla, que se cruzan en una urdimbre impecable, montada o articulada sobre la elipsis de un enigma que, mediante distintos procedimientos, es constantemente retardada.

La nouvelle trae los miedos a la escena narrativa; el miedo al cuidado y al descuido de los hijos, a las vacilaciones e inseguridades en los lazos de familia; el miedo a la tensión que se produce entre el mandato familiar instituido y el despertar de un deseo; el miedo a la percepción de un desvío, de una monstruosidad, a las sensaciones de alerta. En esa dirección, para atenuar los temores y las emociones, el texto problematiza la ‘distancia’, una magnitud que se juega en el mundo de lo concreto. ¿Cuánto es la medida de lo lejos y cuánto la de lo cerca, cuánto de lejos o de cerca está una madre a “diez centímetros” de su pequeña hija si desconoce la dimensión del peligro que acecha y su miedo fuera medible? ¿Cuál es la distancia de rescate si aún, percibiendo ese peligro, a Amanda le resulta imposible abandonar el lugar sin despedirse de Carla, arriesgando precisamente la posibilidad de ese rescate? ¿Cuál fue la distancia para Carla y su hijo David y cuál es la Amanda con su hija Nina? Acaso allí, en el contrapunto de esa medida –distancia- indecidible, se juegue la entropía narrativa que introduce el misterio y el suspenso.

El verano, el calor, la piel bronceada de Carla y su bikini dorada, enrarecen los sentidos de los protagonistas. El espacio del campo y la circunstancia de las vacaciones contribuyen a ese estado. La piel, el órgano más extenso del ser humano, aparece desnuda, despojada de los vestidos, de lo que usualmente la vela y protege y así la desnudez, ese estado de gracias sobre el que especula Giorgio Agamben,  se presenta en toda su sensualidad, en la relación entre las madres y en la inocencia desnuda de los niños, como cuerpos que serán marcados por nuevos lenguajes y acontecimientos; unos, por fiebre, hinchazón y manchas negras que producen los ‘gusanos’, un nuevo modo de morir y enfermar; otros, por el deseo y la fascinación que demora la huida y la salvación. La fragilidad de los cuerpos, su vulnerabilidad, es necesaria para que la peripecia realice su torsión y para que los sentidos secretos que el término ‘gusano’, con el que comienza el texto, salgan a la luz.

Con tipologías diferentes, “Distancia de rescate” narra la historia mediante dos voces, la de Amanda y la de David, y ese procedimiento le hace trampas a la elipsis. Tanto una voz como la otra cifran la historia de Carla que permea en la historia de Amanda para que al final, como en un cuento perfecto, se revele, elípticamente, el secreto que entrecruzan las dos historias. El relato multiplica los sentidos posibles del enigma, los deja inconclusos o los desvía, como sucede con los saberes de la curandera y la transmigración de los cuerpos, o la muerte de los patos bajo la mirada del niño David, y en esa dilación, la narración despliega una historia de suspenso que es imposible abandonar y que obliga a leer el texto de un tirón para llegar compulsivamente a la última página en la que el punto final no marca el final de la historia sino la resignifica, revelando los sentidos de los diálogos entre Amanda y David.

Con esa factura, en la oblicuidad de la maraña de negociados e intereses económicos en torno al uso de pesticidas en las plantaciones de soja y sus consecuencias que involucran a laboratorios y a la justicia, la nouvelle de Samanta Schweblin pone en escena un estado de situación sobre el que la verdad de sus efectos, en el mundo, todavía no se hace manifiesta.

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