El lanzamiento de un libro siempre es un acto celebratorio, mucho más en determinadas coyunturas culturales. Celebramos este lanzamiento de la Editorial El Fatalista.
La Lectura y la muerte.
Bs. As. 2024, Editorial El Fatalista, 137 pp.
Considerando los sucesos que rodearon a “Cometierra” de Dolores Reyes, la percepción es que no sólo hay considerandos del orden económico, sino del orden del autoritarismo imperante, que decide qué se lee en las aulas y qué sexualiza a los sujetos lectores ¿O todavía será canónico Juvenilia de Miguel Cané, en dónde a clase del 80 (S. XIX), además de ser asexual en plena adolescencia, es de una clase social que justamente, nunca comió tierra y guardó sus trapos sucios debajo de la alfombra?
Pero en este caso se trata de La Lectura y la muerte y
en ella Rolando Pérez apela a una escritura luminosa para paradójicamente escribir
una novela del Fantástico.
El Género Fantástico, la literatura fantástica, parece haberse extendido y ha absorbido a sus hermanas la
ciencia ficción y la literatura maravillosa aunque los tres géneros tienen
similitudes, son diferentes entre ellos.
Dentro de la literatura maravillosa podemos encontrar
el realismo maravilloso (Cien años de soledad), la fantasía maravillosa (muchos
de los cuentos de hadas, Peter Pan, etc.) y la épica fantástica (El señor de
los anillos). Y en la maravillosa pura: La metamorfosis de Kafka, Drácula y nuevamente,
Cien Años de Soledad.
La ciencia ficción podría ser encuadrada dentro del
género maravilloso, salvo que necesita intervención de la razón. Desde Mary
Shelly hasta hoy, sabemos que es muy difícil crear un Frankenstein, salvo en la
política, pero la razón nos lleva a pensar que hoy no es tan maravilloso, sobre
todo por los avances de la genética y la ciencia en general. 20.000 leguas de
viaje submarino u hoy El cuento de Criada de Margaret Atwood.
Y así llegamos acortando el camino al Fantástico (dejo
de la lado el Realismo tanto decimonónico aquí en Argentina, como del Siglo XX
y posiblemente algunos textos del Siglo XXI porque las obstinaciones
escriturarias son para el diván. Es posible que mi renuencia se deba a que
realismo y naturalismo en nuestro país tributan en el Siglo XIX a un modelo
europeo que trasladado se vuelve determinista, xenofóbico y que cierto
exponentes de la generación del 80 encarnan a la perfección.
Entonces vamos a lo que nos ocupa, el libro de Rolando Pérez “La literatura y la muerte”.
Y entonces es necesario precisar que si bien existen antecedentes del género fantástico desde 1792 con Juana Manuela Gorriti, el crecimiento del género se da a partir de los años 40’ del siglo 20’ con la irrupción Borges, Bioy (quienes tienen sus giños en la novela) y por supuesto Julio Cortázar. Todos y cada uno a su manera desempeñaron un papel en el género, cada uno con su estilo e impulsaron como hoy el autor impulsa, una vuelta de tuerca importantísima en el espectro de nuestra literatura. Hay quien pensará que me olvido de Lugones, no, no lo hago, pero no forma parte de mi canon (los anaqueles de las bibliotecas rebozan de libros de Leopoldo Lugones, para que los posibles lectores puedan acercarse).
Siguiendo a Todorov (1970) y Blüher (1985), y “cuando
en el texto hay una instancia implícita o explícita, sea ésta un personaje, un
narrador o la estructura misma, que construye, formula y percibe la oposición
'realidad vs. sobrenatural'. Si la estructura textual total permite una
ambigüedad o no, es algo que debe decidirse poetológica-teóricamente y no en
forma histórico-pragmática, aun cuando opinamos, con Todorov, que el mejor
subtipo textual de lo fantástico sería aquel que deje ambos términos de la
oposición vigentes y no se decide por lo extraño o por lo maravilloso. La razón
se basa en que la ambigüedad conserva, por una parte, el principio de la
realidad a través de una mimesis que construye una serie de relaciones
referenciales, y por otra, permite que esta mimesis realista sea transgredida por
acontecimientos sobrenaturales o al menos que sea cuestionada. Obviamente esta
posición es científico-normativa (i. e. poetológica) y no histórico-pragmática
y por esto es facultativa. En todo caso, para Todorov ( la indecibilidad de los
acaecidos y percibidos acontecimientos fantásticos es una condición básica para
lo fantástico[1]
No es el objetivo de esta reseña una didáctica del
género, pero brevemente diremos: que en el Fantástico hay coexistencia de dos
planos el real y el insólito, existen mundo paralelos entre otros y estimular
la imaginación, al no encontrar explicaciones lógicas el lector debe indagar
sobre el sentido (como en todos los textos) pero aquí imaginar más allá de lo cotidiano
y lo posible.
Aparecen personajes reales y fantásticas que cohabitan
esos límites.
Fantástico extraño: aquella que presenta sucesos y
personajes sobrenaturales, que salen de la lógica real. El lector deberá
indagar para encontrar las explicaciones.
Fantástico maravilloso: aquella que más se acerca a la
literatura épica. Se explica solo por sus elementos fantásticos, no por la
lógica real.
En La Lectura y La Muerte están todos estos
elementos pero hay un plus.
La novela comienza con un epílogo. Un desplazamiento hacia el pasado, en la época que el narrador protagonista, no podía leer rápidamente y consigue uno de aquellos métodos de Lectura Veloz.
Esto se define en breve cuando él se asume: soy un lector
que será en su caso lo exactamente opuesto a un sujeto con pasiones que purgar
y nada afecto a la venganza o al asesinato. A partir de allí de despliega un héroe,
pero no como lo concebimos habitualmente, aquí el héroe es un procedimiento
narrativo.
Este procedimiento se adecua a 2 instancias: 1) una
prosa limpia y muy elaborada a la vez y sumamente coloquial. Es muy difícil narrar
en ese tono y a la vez hacer un enorme despliegue de vocabulario que es a todas
luces lo que lo conforma. Es un LECTOR. Borges decía PRIMERO SE LEE , LUEGO SE
ESCRIBE.
El lector de la ficción no tardará en entrometer en su
cotidiano el elemento que sabremos después constituye el género al que
pertenece el texto.
Tampoco escatimará ningún guiño a sus antecesores,
aunque Borges será aludido como el viejo, la cita de Bioy y su texto La Trama
Celeste aparecerán dando cuenta de que como señalaba Borges, cada autor crea a
sus antecesores y no al revés. Kafka y sus precursores (Otras inquisiciones). Y
porque me atrevo a formular esta apreciación, porque Pérez, da una salto
cuantitativo en su procedimiento escriturario y sin apartarse de las reglas del
género, instala un cotidiano tan verosímil que hay que estar muy atento a todos
los sucesos. Este no es un libro realista en el que se narran caracteres, no es
una gesta épica en la puja es tangible en términos de trofeo.
Nuestro protagonista tiene un desvelo, además de poder
leer en paz y se trata del bienestar de su pareja. Eso también lo sabremos al
principio, lo que no podemos imaginar es la cantidad de peripecias que en las
137 páginas de la novela, se verá forzado a atravesar ni tampoco o mejor dicho,
deberá leer en contexto a medida que determinados sucesos se presentan ante sus
ojos.
Pero como no hay nadie que abarque la totalidad o como
el presente (el presente de los sucesos del texto) es tan populoso habrá un
signo que no puede leer y ese determina una forclusión o tal vez, el estallido de
sentidos.
La novela sin ser programática en absoluto descree de cualquier receta anterior y hace ese enorme salto hacia algo nuevo. Cuidado,
nuevo, no novedad, las novedades pasan de largo, eso se observa todos los años
en los diversos anaqueles de las librerías o ferias.
Cuando digo nuevo, me refiero al procedimiento
narrativo hacer aparecer lo fantástico dentro de lo habitual y que el sentido
lo provea el lector o lo desentrañe el mismo que no ha podido verlo. Lo que
para Borges hubiera sido fantástico razonado.
En esta búsqueda sin pausa habrá personajes que cobrarán
sentido hacia el final y otros como Vega y Ramírez que aventuro, regresarán
solos o separados. Ambos son de una riqueza tal que recuerdan a los personajes
de Juan José Saer, entrañables por cínicos, por inocentes, por destratados de
la vida y algunos por desaparecidos.
Aquí, hay que ver que Vega y Ramírez, están concebidos
para ser los interlocutores perfectos pero son dos personajes vinculados
íntimamente a la lectura. Y otra vez, la novela se pliega sobre sí misma para
hablar de literatura en medio de un caos que se avecina.
Del mismo modo, los derroteros del narrador como los
del resto de los personajes, son reconocibles sin que eso signifique el toque
realista que debe ser intervenido por el
hecho fantástico.
Y aclaro que: Rolando Pérez no hace una exhibición
ostentosa de su biblioteca mental, sino que con refinados toques de escritura,
la deja a disposición del lector sin que esto signifique que haya que leer su
propia biblioteca.
En esto también se diferencia de sus antecesores, cuando
el indestructible Borges, plagaba de pistas y escritores o prologuistas falsos
su textos. Todos esos guiños son un desvío.
En este caso no. Porque el disparador para hablar de
literatura no está encuadrado en una puja de intelectuales. El motivo, el tropo si se quiere es la muerte
pero en una búsqueda otra que no se ampara en las leyes del policial ni negro
ni de enigma. Es una búsqueda que desea propiciar un desenlace oblicuo y a la
vez contundente de los sucesos que aquejan a nuestro lector que ve todo y lee
todo menos lo evidente.
La ciudad y su periferia se recorren sin ser
recorridos forzados. Son recorridos cuasi naturales de esa búsqueda frenética
que finalmente encontrará un final, tal vez absolutamente imprevisible.
La muerte ha sido protagonista de la Literatura desde
su existencia o desde que hubo un lector que la pudo designar como ficción,
aquí la muerte concreta y la muerte como fin del prodigio son ambiguas. Esa
ambigüedad es lo que hace más rico al texto.
No se ha cumplido la idea de post autonomía que
propuso la genial Josefina Ludmer al analizar el nuevo siglo y por suerte
tampoco la frase de Borges que deseó ser premonitoria.
“Ignoro si la música sabe desesperar de la música y si
el mármol del mármol, pero la literatura es un arte que sabe profetizar aquel
tiempo en que habrá enmudecido, y encarnizarse con la propia virtud y
enamorarse de la propia disolución y cortejar su fin.” -escribe Borges en un
ensayo de Discusión 1932.
Por suerte la literatura acompaña el tiempo en que
transcurre nuestra existencia. Tiempo de vacas gordas y flacas. Y en su propia
merma por las condiciones de producción y circulación , es posible encontrar una
novela como ésta que nos brinde alguna suerte de esperanza.
[1] De Toro, Alfonso. Breves reflexiones
sobre el concepto de lo fantástico de Bioy Casares en "La invención de
Morel" y "Plan de evasión". Hacia la literatura medial-virtual.
Biblioteca Cervantes Virtual. https://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/breves-reflexiones-sobre-el-concepto-de-lo-fantastico-de-bioy-casares-en-la-invencion-de-morel-y-plan-de-evasion-hacia-la-literatura-medial-virtual/html/eee8a911-5f12-4793-b4ce-5976e4ca5d8c_3.html
0 Comentarios