Por Teresa Gatto
Teatro, memoria y Subjetividad. obras de Crsitina Escofet. Editorial Nueva Generación, Buenos Aires, 2016.
Cristina Escofet, trabaja su dramaturgia de un modo que admite la condensación y la multiplicidad.
Por un lado, condensa en metáforas, metonimias y sinécdoques (toma la parte por el todo) , todos y cada una de los signos históricos que por empatÃa poética o por su modo de transitar el Género, se le vuelven significantes.
Estas condensaciones operan al modo de un disparador que por un lado se conforma en un procedimiento narrativo y por el otro da cuenta de un extra escena imposible de reponer en un texto teatral. Las Revoluciones, los Ãconos como Eva Perón, Camila O’Gorman y Carlos Mujica, no se pueden agotar en un texto, pero sà logran convertirse en nodos que, indisolubles, condensan su espesor.
Esa condensación lejos de atrapar a las criaturas o sucesos que los textos abarcan, logran una multiplicidad porque engrosan el signo lingüÃstico y/ teatral, ya que el teatro es un espesor de signos (Barthes) . De modo tal que producen en su mientras tanto una densidad semiótica que no sólo reivindica el acto escriturario sino que permiten ser leÃdas desde los distintos marcos teóricos de los que disponemos no sólo para leer teatro, para verlo o teorizar sobre él, sino para pensar la Historia y el Género.
La Historia no está ausente jamás porque como sujeto histórico y como palabra que no puede no ser polÃtica, encastra de manera perfecta los sujetos, las subjetividades con sus modos de producción y circulación
A despecho de su voluntad, Escofet, logra estar siempre en la Historia y como un oxÃmoron maravilloso en el futuro. Porque esos sujetos ficcionales, esas ficciones del yo escritas para ser representadas, son eso: un volver a presentar. Re Presentar para las nuevas generaciones y las que no lo son tanto, un grumo que se despliega en una multiplicidad que por ser palabra poética no se deja encasillar o atrapar.
Los gritos de O’Gorman, la bala de Padre Carlos, las calles de Ay, la Patrie, el lÃquido amniótico en el que se mece la Bastarda sin nombre (Eva Perón), son puntos de partida para un decir que no se agota en la anécdota de cada sujeto histórico. Sino que lo multiplica como vÃctima, como héroe o como devenir. Cada uno de ellos es un esse que es fieri, un estar siendo…Un héroe, mártir o testigo que va camino de ser otra cosa, deviene historia, no sólo como personaje sino como proceso simbólico de apropiación por parte del receptor.
De este modo, las e obras que integran el volúmen, son indispensables para cualquier biblioteca teatral, de Género o sencillamente para captar parte de nuestra Historia ficcionada con una didáctica muy encubierta en la poesÃa pero didáctica de lo que al fin somos.
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