Por Teresa Gatto
Baltasara Editora, Rosario, Sta. Fe, 2020, 229 págs.
El acertado prólogo de Luis Gusmán finaliza con la frase con que Faulkner ilumina, en su inicio, la Estrella Distante de Roberto Bolaño.
Estrella, narradora de la novela, sujeto del enunciado se hace cargos de los numerosos y diversos sujetos de la enunciación de su pasado y presente.
Asà como un personaje de su recuerdos borda sobre piqué, ella borda una novela en la que su abuelo, que abre la saga, su Zeide, la introduce en el mundo de los caballos, el bayo y el zaino, y sus estadÃas en Entre RÃos son un Carpe Diem, y, la bordadora pasa sin solución de continuidad a Buenos Aires, la escuela (en la que no podrá ser un personaje de acto porque sencillamente es judÃa) al bar histórico de los escritores y artistas que desafiando a los torturadores de ayer y de hoy (con otras armas) se harán cargo de infligir el miedo, el terror y la muerte que esta Estrella, evade como un milagro.
Existe una delicadeza en el modo de narrar de Bea Pustilnik, que hace que una vez comenzada la lectura sea difÃcil dejarla ya que, los saltos en el tempo de la narración y en el de los sucesos no necesitan ser fechados. Existe un horizonte de expectativas al que el lector pertenece que le permiten identificar, sea cual sea su fecha de nacimiento, aquellos ideologemas (que articulan la conciencia social e histórica) que sus padres/madres, abuelos/ abuelas o por sà mismos son reconocibles sin apelar a una descripción realista.
Lo que emerge de la novela es un estado de cosas en la que una vida, la de Estrella, rememora y hace una puesta en presente de los avatares que su existencia sufrió y disfrutó en su paÃs. Un paÃs que se sigue debatiendo entre la nada y la eternidad.
Un desfile/galerÃa de personajes hacen que la condición de posibilidad de narrar, esto es, la vida de Estrella sean los pivotes insustituibles con los que el bordado se consuma mientras una borda un obra de teatro.
Sabemos la que novela incluye, por su maravillosa polifonÃa, a muchos géneros, la poesÃa, el teatro, la epÃstola, y la biografÃa. Ningún lector puede llamarse a engaño cuando algo del orden de loa “real” se vuelve tan inefable que sólo puede ficcionar y, si es dentro de otra ficción, se potencia. No sólo por los evidentes cambios de grafÃa y los aspectos formales, sino porque además ese género incrustado en el orden de los sucesos demuestra qué es aquello indecible e imposible de narrar con palabras de la vida cotidiana (la palabra en la vida, la palabra en la Literatura)
La novela de Bea Pustilnik, alumbra una vida que son infinitas vidas en un insilio de escritura que mixtura no sólo la condición del “otro” de religión, sino una declaración de principios que bien leÃdos son comunes a la conciencia colectiva.
Nosotros lo de entonces…sólo podemos ser los mismos cuando volvemos a la infancia matricial y primigenia…E Tout le reste est Litterature.
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