Calaveras que chillan: Ultra/Tumba, de Leonardo Oyola por Hernán Rosain

 



Ultra/Tumba es un texto de Leonardo Oyola que, que aparece en el marco de la reclusión obligatoria del año 2020, casi de modo premonitorio. ¿Qué ocurre adentro y más adentro de un penal de mujeres? Pero no es una ficción tumbera, es mucho más.

Por Hernán Rosain

En el año de la reclusión –preventiva y obligatoria– y de la introspección por antonomasia en lo que va del siglo XXI, Leonardo Oyola nos trajo una novela que, de un modo premonitorio, puso estos temas en el centro de su ficción. Ultra/Tumba (2020), que ya desde el nombre nos remite al mundo de lo sobrenatural y esotérico, nos sorprende con la más cruda y tiránica de las realidades: un conflicto ubicado en la Unidad Penitenciaria Nro. 73 de mujeres una tarde de domingo durante los festejos por el día del niño. Pero a diferencia de cómo nos tiene acostumbrados el escritor, el foco no está puesto en lo que sucede adentro y afuera, sino en lo que sucede adentro y más adentro del penal. Es que allí mismo y sin tiempo para reflexionar se desata una plaga zombi que mantiene en vilo a carceleras y reclusas por igual.

El título –bastante connotativo– de la novela hace “retumbar” los sentidos aludidos en ella. Porque la tumba es la morgue y la fosa común a la que van a parar los cuerpos no reclamados por familiares, pero también la institución penal en la que muchas de las protagonistas están condenadas a cumplir condena. Vivir en una tumba y, a su vez, ser una tumba van de la mano, porque el silencio, la incomunicación y la imposibilidad de expresarse son problemas más apremiantes y cotidianos que la privación de la libertad o ser atacadas por unas resucitadas. Palabras que no se dicen, sentimientos que no acaban por ser exteriorizados, afligen y asfixian a estas mujeres más que sus propios crímenes. No muertas, muertas vivas y vivas en muerte proliferan aquí, porque todas son viejas conocidas con historias que el autor se encargará en detallar por medio de sus recurrentes flashbacks con el argot “tumbero” que tanto lo caracteriza.

Tres fuerzas se disputarán el control del penal: la Ñeri Graciela, comadrona y kapanga del penal; la Peke, una cheta tilinga que aprendió el oficio de reclusa y está dispuesta a serrucharle el piso; y la hermana Irma, la mandamás brasileña, ciega e inválida del pabellón de los evangelistas. Entre medio de estas tres mujeres las demás irán formando alianzas y traiciones que les permitirán sobrevivir (o no) a las macumbas de la pastora, quien halló la fórmula para revivir y controlar a los muertos en una adaptación cinematográfica de un libro de Stephen King: La Noche del Vampiro de 1979. Y es que una vez más Oyola nos demuestra que sus textos están construidos a base de retazos de la cultura popular y de masas: series, películas, canciones y literatura; nada escapa a su órbita. Incluso los personajes encuentran dificultad para comunicarse debido a que pertenecen a generaciones, estratos sociales y nacionalidades diferentes y sus consumos no son los mismos.

En una época en la que la ficción carcelaria está tan en boga por una serie como El Marginal (2016) –cuyo guion y prejuicios en torno a la vida penitenciara han ido empeorando con cada temporada–, Oyola le quita mucho de ese sensacionalismo y estigmas para devolverle cierta emotividad y, por supuesto, humanidad al modo quizás en que Manuel Puig lo hizo en El Beso de la Mujer Araña (1976). Muchas aristas permiten poner en paralelo estas dos obras: los zombis no surgen debido a un virus de laboratorio y su mordida no es contagiosa, sino que reviven gracias a la fe de las evangelistas, así como ocurre con la magia vudú exhibida por el médico brujo en la novela de Puig, mucho más cerca al origen de estos seres monstruosos; la trama va avanzando gracias a referencias a producciones tales como Heidi (1974), Lost (2004-2010), The Walking Dead (2010), entre otras, al igual que sucede con las películas narradas por Molina, operando como un marco cultural a la vez que un motor argumental; además, la historia que introduce y clausura la ficción es, ante todo, una de amor entre Marcela “La Oreiro” Saborido, una convicta, y la Turca Medina, una policía con familia, quienes exploran mutuamente su sexualidad y entablan un vínculo verdadero. Por supuesto, la de ellas no será la única historia, porque el amor penitenciario adoptará varias formas: homosexual, heterosexual, entre pares, abuelas y nietas, presencial, a distancia, hacia dios y en el más allá. El amor es la esperanza y la cuota de cordura que tienen estas mujeres para sobrevivir sus días dentro de la jaula y a través de la invasión.

Finalmente, como de costumbre, Oyola cierra su novela con agradecimientos. Destaca por sobre todo el trabajo tanto de coordinadores como de estudiantes que se lleva a cabo en los talleres literarios dictados en las cárceles y cómo la literatura –la producción antes que la lectura– permite sobrellevar el encierro. Un episodio dentro de la novela refleja ese sentimiento y demuestra que un cuento, una canción o un poema logran devolver un atisbo de humanidad a aquellos que pagan en vida las consecuencias por los crímenes cometidos.

Con esta novela, Oyola parece criticar al amarillismo exhibido en algunas ficciones modernas del cine y la televisión nacionales, al mismo tiempo que se instala, consciente o inconscientemente, como heredero de la tradición inaugurada por Manuel Puig. Ultra/Tumba se propone a sí misma como vocera de muchas historias de vida acalladas por el sistema penitenciario argentino; allí, donde las muertas no hablan, las vivas rugen, y la escritura del autor casanovense las vuelve testimonios.

 

 

Oyola, Leonardo (2020), Ultra/Tumba. Buenos Aires: Literatura Random House, pp. 240. ISBN 978-987-3987-76-2.


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