Vivir adentro. Conversación con Nurit Kasztelan* en Librería Mi casa



Frente al supuesto agotamiento del libro y al avance de nuevos canales virtuales, Nurit Kasztelan hace una doble apuesta: la apertura de una editorial independiente y la instalación de un cuarto propio, espacio vocacional, de resistencia: la librería en casa.

Por Lucía De Leone**

Nurit Kasztelan convive en su casa con un sinnúmero de libros hallados de las formas menos convencionales y más disparatadas: algún robo ocasional, en viajes, convenciendo editor por editor, trotando por viejos puestos de usados.

Así como la librera-cicerone dispone de una circulación de interiores para el libro (incluso mediante la comercialización on line)  y una venta asesorada, la también dramaturga  escribe y monta escenas de citas (a veces a ciegas) con los lectores y las lectoras que visitan su casa librería.

Así vivimos esta experiencia desde Puesta en Letra:

Lucía de Leone-¿Cómo fue tu acercamiento a los libros y a la escritura?

Nurit Kasztelan- Mi acercamiento a los libros empezó desde muy chica, un poco influida por mis padres leía mucho. En un momento me pasó que empecé a leer todo lo que había de literatura infantil en mi casa y empecé a robarle a mi mamá los libros que ella leía, a sacárselos de su biblioteca, y a decir “quiero leer esto y aquello”. A elegir.  Me acuerdo que yo tendría doce o trece años y me había ido de vacaciones con mi papá y ahí leí El viejo y el mar de Ernest Hemingway. Me había fascinado cómo la literatura era eso, que no pasara nada, la anécdota era una sola: es un señor que se va a pescar y lo único que hace es eso, pesca. Me gustaba que una sola cosa se contara en una novela entera. Y me acuerdo de que se la pasé a mi papá y a él no le gustó, y ahí fue cuando me di cuenta de cómo empezaba a notarse una diferencia entre los libros que les gustaban a mis padres y los que me interpelaban  a mí.  El viejo y el mar fue un poco una lectura formadora: cómo narraba, cómo se detenía en la descripción, un ejemplo de cómo te podía absorber una historia mínima. Otro libro importante para mí que descubrí también de adolescente fue El libro del desasosiego de Pessoa.

LDL-¿Cuál es tu formación?

NK- Soy licenciada en Economía. Me gustaba mucho matemática, era muy ñoña, tanto que participaba de las olimpíadas matemáticas Ñandú, y cuando terminé el secundario quería hacer algo relacionado con los números. Pero la matemática en sí me parecía muy abstracta y pensé en algo más humano y por eso estudié economía. Igual me di cuenta de que no tengo la cabeza y el pensamiento económico (aunque algo de eso quedó latente sobre todo en la administración de la librería y la editorial), pero sí tengo por ahí el pensamiento matemático. En ese entonces, la carrera de Letras era más lejana, leía y escribía pero no me interesaban tanto la crítica o la teoría literaria. A medida que fui avanzando en Economía me di cuenta de que no me gustaba, y empecé a cursar Economía y Letras de manera simultánea. Después decidí que primero me recibía de economista, entregué la tesis y ahí sí pasé por Letras, no me recibí pero habré aprobado unas nueve materias. En Letras me sumergí, me leí todo pero no terminé. También hice una maestría en Estudios Interdisciplinarios de la subjetividad que la terminé entera y me falta la tesis.

LDL-¿Cómo surgió el proyecto Librería Mi Casa y cuál es su concepto? ¿Cómo se sostiene y cómo funciona?

NK- El proyecto surgió hacia 2009 en realidad por ser lectora y porque quería libros para mí.  La primera iniciativa fue cómo conseguir libros más baratos.  Fue muy paulatino. Yo organicé un ciclo de lecturas de poesía que se llama La manzana en el gusano durante tres años y ahí vendía libros: los editores y poetas traían sus libros y yo los vendía en ese ciclo.  Empecé con la venta antes, en 2008. Ponía libros en una bolsa grande y donde iba los llevaba. A mis compañeros de teatro les recomendaba poesía contemporánea.  Empezó así, casi por azar. Yo en ese momento tenía un trabajo en el Estado así que no lo hacía por una necesidad económica, simplemente me interesaba hacer circular la poesía.  Ni siquiera ganaba plata a veces. Hasta que no soporté más mi trabajo y quise renunciar (renuncié el 11 de septiembre de 2009) y empezó a pasar que me quedaba con un porcentaje y así. Fue todo sin pensarlo. Después de VOX me mandaron una valija y empezó a crecer muy de a poco.  Cuando yo empecé no existía lo independiente. VOX de verdad que no se conseguía.  Con Gog y Magog me pasó que antes de pensar siquiera lo de la librería los compraba para mí y para mis amigos, porque yo quería esos libros y que se leyeran, y casi la única forma de hacerlo era en grupo. Ahora esto que te cuento es súper común, pero en su momento no era para nada lo más habitual. Hablé con editor por editor cuando quedaron muchos libros sueltos al cerrar la distribuidora Voy a salir y si me hiere un rayo y me dieron cajas enteras. Por eso en la librería tengo los libros descatalogados, los viejos, libros agotados que ya no hay más.  No nació primero el concepto de la librería, fue más bien por azar. Yo no partí de la idea “quiero una librería en mi casa”. Me pasó que quería libros para mí y quería que mis amigos y conocidos tuvieran acceso a esos materiales raros, y que la poesía ampliara su círculo. Pasé por instancias de estar más informal, pero ahora cuento con un sistema de facturación, tengo todo en regla. De a poco fui creciendo. En su momento fui personalmente a hablar con cada editor para explicar mi idea de una librería en mi casa, no convencional, con otros horarios. Fui convenciendo persona por persona de que iba a vender los libros, persiguiendo gente.Y esto de perseguir es literal. Fue un trabajo de hormiga que ahora abrió muchas puertas. Iba a fiestas y hacía intercambios de libros en bolsitas. Llegaba y me iba de las fiestas con libros.  Era una imagen muy graciosa. También perseguía a mis amigos o conocidos para pagarles, cada vez que me los encontraba les decía “vendí tu libro, te debo 9 pesos”. Muy poca plata, pero ellos felices porque lo que escribían circulaba. Después la librería se empezó a profesionalizar y ahora tengo mis reglas: ya no voy a buscar más los libros sino que me los mandan; el sistema de facturación, un orden informatizado de los libros (sé cuántos libros tengo, qué libros tengo). La primera página web me la hice yo de manera muy amateur y después ya contraté un diseñador e hice una buena página donde están actualizados los precios, las fotos de los libros, todo.  Tengo ahora un asistente a cargo, que viene una vez por semana cuatro horas y me ayuda principalmente a cargar al sistema los libros y a tener actualizada la página web.

LDL-Una pregunta que se impone: ¿vivís de esto?

NK- Sí, vivo de esto pero también tengo otros trabajitos. Estoy tranquila económicamente y tampoco tengo muchos gastos.

LDL-¿Cómo se va armando el catálogo? Hay una gran diversidad de géneros: desde narrativa, ensayo hasta cocina y aforismos.

NK- Yo me especializo en poesía y narrativa contemporánea latinoamericana principalmente. Porque empezó a pasar que otra gente tuvo emprendimientos parecidos o casi iguales y ya no era tan funcional que yo tuviera sólo poesía porque se conseguía mucho más fácilmente. Me interesa mucho traer cosas de Chile, Nueva York o México. Voy tratando de traer o encargarle a amigos y contar con material que sólo se consiga en Librería mi casa.  Hay filosofía, teatro, de cocina hay sólo dos títulos y nada más.  Infantiles tengo porque muchos de mis asiduos visitantes vienen con sus hijos, entonces cuento con una cuota de infantiles para ellos pero no me interesa en particular ese género. Intento no tener cosas en las que no me especializo. Sólo tengo lo que yo sé y lo que leo.

LDL-¿Serías  como una  Victoria Ocampo plebeya del siglo XXI?

NK- Jajaja, me veo más como una dealer. Cuando arranqué me hicieron una nota en Ñ donde me pedían que recomendara libros y como tenía miedo de recibir en mi casa me juntaba en la esquina. No quería dar ni la dirección. Tengo la imagen de estar en la esquina parada con un libro de Pasolini en la mano, que salía 15$ en ese momento, esperando y preguntándole a los que pasaban: “¿sos vos?”.

LDL-¿Cómo pensás tu relación con el lector/ visitante que va a tu casa/librería? ¿Sos una guía, una consejera, una intermediaria, una cicerone? Cada visita debe ser una experiencia única.

NK- Hay dos instancias distintas en la librería. La gente que no me conoce y los conocidos o recomendados. Yo vivo más de quienes no me conocen que de mi círculo de amigos o allegados. Es la que compra principalmente on line y no piden tanta recomendación ya que vienen a buscar algo que ya existe. El otro tipo de acercamiento al público es con la persona  que me conoce o está recomendada y muchas veces vienen con preguntas y ahí sí necesitan cierto filtro: “quiero novelas actuales latinoamericanas”, por ejemplo. También vienen tesistas a buscar determinados materiales, por ejemplo la otra vez me pidieron poesía de mujeres de los 70 relacionadas con la memoria. A mí me encanta recomendar, clarificarlos en lo que están buscando. Quizá hay algo naive en esto pero yo soy de Virgo y me encanta ayudar a las personas. Yo escucho mucho a la gente que viene y no le recomiendo lo mismo a todo el mundo. Tengo mis caballitos de batalla que son libros que para mí están buenísimos, pero hay gente que quizá no va con esa línea y le gustan otras cosas diferentes y también disfruto esas recomendaciones, Creo que por esto vuelven, porque les interesa la recomendación. También mucha gente que quiere editar su libro me pregunta por editoriales y le muestro distintas opciones.

LDL-Entre el público que viene aquí seguramente pasan escritores, críticos, actores…

NK- Sí, todo el tiempo también pasan escritores, artistas, investigadores, dramaturgos, vinieron muchos: Alejandro Rubio, Mario Ortíz, Sergio Wolf, Ezequiel Alemian, Gonzalo Aguilar, Alejandra Laera, Mario Cámara, Mercedes Roffe, Julio Ramos, Hernán Ronsino, Inés Acevedo, Ariel Bermani, Federico Falco, Ariel Farace, Mariano Tenconi Blanco, Nacho Bartolone, hoy viniste vos, y muchos más. También hay varios como Mercedes Halfon, Clara Muschietti, Pablo Katchadjian que les dicen a sus alumnos que vengan a conocer. Algunos son amigos y entonces como que se mezcla, y otros vienen porque hay cosas que no se consiguen en otros lados.

LDL-¿Podría decirse que este proyecto se basa también en un tráfico de libros: vos recorrés librerías, comprás perlitas, los revendés?

NK-  En realidad lo del tráfico es sólo en época de feria cuando vienen cosas de afuera. Yo en general trabajo a consignación o me traigo libros en valija cuando viajo. Tengo desde editoriales porteñas y del interior del país hasta editoriales de México, Chile, Perú, Bolivia, Ecuador, Nueva York. Si hay un festival de poesía en Salta, por ejemplo, seguro que me traigo cosas y llevo otras. Ahora un amigo me va a traer mucho material de México que no se consigue en otras librerías.  Estoy muy atenta a lo que se publica en el interior y trato de completar mi catálogo con libros publicados en Latinoamérica. Lo que se edita acá ya se consigue muy fácil, y hay toda una gran tradición de poesía latinoamericana que acá no llega (por ejemplo, conseguí una traducción de Charles Berstein de una editorial chilena), y considero que es muy necesario que se lea. Yo me manejo con la convicción de hacer circular lo que no llega y que me parece que está muy bien que se conozca. Confieso que no leo todo lo que tengo por un problema de tiempo y que no me interesa absolutamente todo lo que ofrezco, pero sí prima aquel criterio.

LDL- Cuando encontrás una joyita, libros inhallables,  ¿cómo hacés para cederlos? ¿No te dan ganas de quedártelos?

NK: Me los quedo y por eso tengo tres bibliotecas. Me pasó incluso que me había llegado un libro de ensayos sobre Enrique Lihn y el otro día vino un investigador y lo agarró y yo le dije: “no, no, ese es mío”. Ya sé que queda horrible pero a veces es un “no”.  Si tengo menos confianza, le digo que está reservado. Pongo cualquier excusa.  He soltado libros que después no pude volver a conseguir jamás.

¿Cuál es el criterio de reubicación de los libros que comprás o conseguís o te hacés traer en los estantes de tu librería-biblioteca?

NK- Yo separo mi biblioteca personal de la librería. De hecho la librería está en una zona separada de la casa, en un entrepiso.  Yo decidí ubicarlos por editorial y me parece que en su momento fue novedoso eso. Darle importancia a cada editorial en particular. Cuando arranqué, editoriales en su momento pequeñas como Mansalva, Bajo la luna, VOX, tenían pocos títulos y al estar todos juntos llamaban la atención mucho más. De hecho hay algo del color que llama la atención.

LDL- ¿Cómo manejas el vínculo con las editoriales nacionales y extranjeras para tener además de libros descatalogados o  ediciones de autor,  también los títulos más recientes?

NK- Con las editoriales extranjeras pago en dólares. Es una situación incómoda por el momento del país, pero como viajo por motivos laborales de otras cosas, hago así, una vez al año se paga o cuando ellas vienen arreglamos.

LDL- ¿Pensás que se juntan en vos las ideas del coleccionismo con la de la novedad?

NK-  Me acuerdo que Benjamin al coleccionismo le sacaba el valor de uso, y acá las cosas se manejan con otra lógica. La librería es casi lo opuesto al coleccionismo porque los libros se venden muy baratos. Yo sé por ejemplo que tengo el último ejemplar de determinada editorial, que no se volverá a editar, inconseguible, y lo vendo a un precio muy barato porque yo quiero que circule. La verdad es que tuve ocasión de reventar libros a precios altos y no me interesó nunca. Ahora está todo caro y me excede a mí pero siempre me interesó tener libros accesibles para la gente.  Incluso a veces hablo con editores y les aconsejo que bajen los precios. 

No me quedé con uno de cada uno con la idea de armar solo mi biblioteca, fui muy consciente de que estaban desapareciendo libros que no iban a volver a editarse. Me pasó una vez que una bibliotecaria de Iowa me compró casi la mitad de la librería y me la compró a precios realmente regalados. Tenía Eloísa Cartonera pero cinco cartoneras más desconocidas, una de San Juan, una de Chile, otra de Bolivia. Las cinco editoriales cartoneras y sus colecciones enteras ya desaparecieron y yo los vendí a nada.

En lo personal soy absolutamente coleccionista y fetichista; si un autor me gusta me obsesiono y he sido capaz de gastar fortunas en libros. Hice locuras a veces por conseguir libros. Te cuento una: me acuerdo que cuando quería tener El circo en llamas que es el libro de ensayos que escribió Enrique Lihn estaba agotado, entonces un amigo mío lo robó de una biblioteca porque no se conseguía y me lo regaló.  Está con el sello de la biblioteca (“membrete” diría mi amigo, que es chileno).

LDL- Es muy poética la idea de vivir entre libros. Tu cuarto propio es tu propia casa, donde trabajas, lees, escribís, cocinás, vivís. ¿Cómo es tu cotidianeidad? 

NK- Es un gran problema separar lo privado de lo público.  En particular me pasa que no tengo rutina, mis semanas son todas distintas, me levanto tarde, me cuesta  poner horarios en la librería. Trato de dejarme lunes y miércoles como días fijos para estar acá y recibir gente. También hago muchas otras cosas: doy un curso de taller de espectadores, clases, ensayo las funciones de la obra que estoy dirigiendo, hago un curso de dirección con Rubén Szuchmacher, hago yoga, escribo, estoy leyendo todo el tiempo libros para editar. Hay otras cosas que me estructuran; con la librería me pasa que no puedo tener una rutina y también elegí trabajar en mi casa para no tener la presión de tener que abrir todos los días y a determinados horarios, y poder entonces dedicarme a otras cosas. Hay momentos en que el proyecto necesita que le inyectes más tiempo y estoy mucho, y hay momentos donde no estoy tanto.

LDL- Es muy interesante pensarte en tus múltiples facetas: editora, poeta, librera, licenciada en economía, estudiante de Letras, actriz, dramaturga, directora de teatro, y hasta jardinera.  ¿Cómo es esa experiencia múltiple? ¿Cómo se nutren y también cómo se “enfrentan” esas actuaciones?

NK-  No me considero más que una lectora apasionada, y sobre todo una persona que le gusta hacer lo que quiere y se aburre muy rápido.  Me aburro y cambio. Soy muy curiosa, me interesan muchas cosas y vincularme con distinto tipo de gente. Ahora estoy haciendo radio con Ana Ojeda una columna que se llama “Comunidad de lectores”. También participo con dos obras breves que escribí y dirijo en el ciclo teatral Perfecta anarquía que dirige Andrea Garrote. Y el 5 de junio se estrena una mini obrita que escribí especialmente para el ciclo Esto no es un hotel. Se llama “Una puerta doble” y me la pidieron por encargo; la va a dirigir un director que designa el ciclo. Ahora en julio estoy por empezar a ensayar una obra que voy a dirigir y que escribí con una amiga hace un año. Es un año muy teatral este. También estoy por participar de un festival en el que le escribí unos textos a una bailarina. Para mí, la interacción más importante en la vida es el vínculo humano, y hacer solo una actividad me cierra.  El problema es que no defino cuál es el espacio en el que más me interesa poner mis ilusiones, mis convicciones, mis deseos. Estoy repartida en todos.  Creo que mi gran problema es la dispersión, de hecho estoy escribiendo algo que está en germen que se va a llamar “La dispersión”. Me define lo disperso y a la vez funciono con compartimentos separados, pero cuando quiero una cosa focalizo ahí y suspendo lo demás. Es contradictorio.  Tengo una especie de organigrama mental que funciona semana a semana, y casi sin preverlo. La energía se va dosificando y poniendo en las distintas áreas.  Lo que sí es constante en mí es el cuidado de las plantas y la cocina, me interesa conectarme con la tierra porque si no se vive en el aire, en el pensamiento. También siento que me falta algo todavía, no sé si ahora soy lo suficiente buena como para dedicarme solo a escribir, a ser una escritora, a poner todo ahí. Me doy cuenta de que soy muy buena dándole brillo al material de otro, sé distinguir esas cosas y es un don que me interesa explotar también. En relación conmigo misma siento que me falta experiencia, me falta edad y no estoy apurada, no tengo ansiedad en publicar cualquier cosa, me tomo mis tiempos.  Yo publiqué mi primer libro muy rápido y ahora siento que no está bueno, que prefiero estar tranquila, tomarme mi tiempo y ver qué pasa. De hecho el segundo me llevó cuatro años, y son solo 25 poemas. Quizá  más adelante solo escriba pero  por ahora no.  No tengo urgencias de entrega ni compromisos editoriales. Estoy tranquila y prefiero ir explorando y probando. Nunca dejo de escribir. Pero soy pudorosa con mis propios textos.

LDL-Frente al diagnóstico apocalíptico del fin del libro, frente al avance de la web y los formatos on line por donde circula hoy mucha literatura, vos decidiste llevar a tu propia casa la idea de la tradicional librería pero convertirla en una atípica.

NK- En mi caso, no fue ni siquiera una estrategia comercial. Fue solo decir “yo quiero manejar mis tiempos con lo que me gusta hacer”.

LDL-Y además abriste una nueva editorial. ¿Un gesto político? ¿De militancia para la permanencia de la letra impresa ya sea para lectura (el lector con el libro en la mano) como para los modos de circulación y de canalización de la palabra (el libro)?

NK-  Creo que el gesto político es una lectura que viene después. Ahora puedo ver que sí, que realmente abrí puertas. Confío en lo impreso y también en lo independiente que en su momento no tenía la circulación que tiene hoy, que habría una especie de boom de lo independiente. Pero cuando yo armé la librería estos libros no tenían lugar, los libreros no los agarraban ni locos porque se les complica cargar libros sin ISBN.  Lo que sí puedo decir es que no partí de un determinado concepto sino de mis deseos y gustos y convicciones. Por supuesto también hubo algo de visionario frente a que había una gran demanda de un material y poca oferta; abrir la librería en su momento, te hablo hace casi 7 años atrás, fue encontrar un nicho que no estaba explotado.

Soy una apasionada y tengo con la literatura un vínculo existencial, siempre quise leer lo que yo quería,  creo que por eso nunca terminé la carrera de Letras.  Confío en que siempre habrá lectores de libros, porque hay gente como uno.  El libro nunca va a desaparecer e incluso creo que cada vez hay un mayor fetichismo por las ediciones lindas, de lujo, difíciles de conseguir. También considero que es algo que pasa hoy en la sociedad, un impulso por volver a lo primigenio, a lo artesanal, como a esta idea de librero, incluso ir a comprar a la verdulería de barrio. En la  medida en que todo va aumentando, sobrevive en lo que ves que le ponen calidad a las cosas, por ejemplo ahora se compran muchos productos orgánicos. Está de moda, pero no importa, no tapa el fenómeno.

LDL-Hay mucho de chica rebelde en vos, de hago lo que quiero. ¿Puede ser? Incluso tus poemas no los lees sino que lo que te distingue también es que te los memorizás.

NK- Totalmente, soy  así. Hago lo que quiero. Siempre fui rebelde en mi vida. No soy rebelde a lo punk, yo estoy inserta en esta cultura donde encajo, y soy funcional al sistema,  quizá en otras sea más rara.   Lo de los poemas es porque me los sé de memoria, siempre los memoricé naturalmente. Y me sé de memoria cada una de sus versiones. Tengo mucha memoria visual. Antes de abrir la librería me sabía los catálogos de las editoriales enteros, y sé donde está cada libro en mis estantes, capitalicé mi memoria en algo productivo, digamos.

LDL-Sos parte del florecimiento actual y local de editoriales pequeñas e independientes. ¿Quiénes son tus lectores? ¿Creés que queda reducida a un entre nos  la llegada de los libros que vendes y los que editás?

NK- Sí, por supuesto. Incluso me pasaba cuando cursaba la maestría y veíamos Agamben y nosotros creíamos que todos lo leían, que era lo más conocido, pero de golpe mirás la tirada de sus libros y es súper reducida: sólo 1000 ejemplares. Y no estoy hablando de poesía sino de Agamben. Desde la editorial Excursiones tratamos de no quedarnos en una sola cosa y apostar a un lector curioso y un público diverso; publicamos títulos sobre antropología cultural, feminismo, crítica literaria, teatro, etc. Queremos un catálogo para un  público amplio, aunque por ahora los ejemplares no son más de 1000. También queremos distribuir afuera. Vamos de a poco. Por ahora tenemos muy buena distribución y Excursiones se consigue en todos lados dentro de la Argentina. Llega a Yenny, Cúspide, etc., yo ahí no estoy para nada en contra del mercado. Al interior no llega nunca bien del todo nada, no sólo nuestra editorial. Ahora tenemos distribuidor en Chile.

LDL-¿Cómo surge Excursiones y cuáles son sus líneas y políticas editoriales?

NK- Excursiones surge como un proyecto de a dos, con mi amiga y socia Sol Echeverría. Yo en un momento coeditaba con ella No retornable, una revista virtual dedicada a difundir la literatura, el arte y el pensamiento. Ya no lo hago más porque por un lado sentí que hay tanta sobresaturación de lo virtual que se vuelve difícil de leer, y por el otro, porque era ad honorem y hay un momento en la vida que esas cosas ya no se pueden seguir sosteniendo. Entonces me concentré en la editorial, que si bien por ahora no me genera ingreso sí apuesto a que ocurra en el futuro. Con Sol trabajamos muy bien juntas, tenemos un ritmo de trabajo similar. La editorial surge en 2012 pero empezamos a cranearla un poco antes. El primer título es No leer: crónicas y ensayos sobre literatura de Alejandro Zambra que salió en agosto de 2012. Yo había leído ese libro tres años antes, en el  taller que hice con Hebe Uhart, y a Zambra lo conocía como poeta porque había viajado en 2008 a un festival de poesía y me había comprado su libro porque me llamó la atención su tapa amarilla. Por eso te digo que yo siempre fui una lectora interesada en cosas que no se conseguían y quise darle la oportunidad a los que visiten este espacio que elijan por la tapa a un autor raro de Latinoamérica. Un amigo en común nos presentó, le escribí unos mails y así empezó el vínculo, entonces tal vez fue más fácil que nos dijera que sí porque ya lo conocía. Yo quería que Zambra empezara a circular más por estos lados.

En Excursiones editamos lo que nos gusta y lo que consideramos que está bueno que empiece a conocerse. La editorial busca básicamente editar ensayo contemporáneo latinoamericano, porque veíamos que había un vacío editorial ahí. Pensamos en sacar de la Academia al ensayo, porque por ahí pasaba la mayor parte del pensamiento contemporáneo. Ahí sí hubo un gesto político de apostar por el ensayo, y le pusimos arte para desacartonarlo un poco. Un editor es un lector caprichoso que inventa los libros que quiere leer; una mezcla entre lo que leyó y sabe que acá no llega y lo que inventa, lo que lo deslumbra. Todo surge por fascinaciones por mundos. Hasta ahora los títulos de excursiones son seis: el de Zambra que son crónicas y crítica literaria; Lo impropio de Diego Tatián que es filosofía política; Prosa plebeya de Néstor Perlongher, que es antropología si se quiere; Un libro quemado con textos de Alfonsina Storni, también son crónicas; Impresiones de Ezequiel Alemian, que es crítica literaria y el último que sacamos, Detrás de escena que son ensayitos sobre el teatro y el artista en su relación con su propia práctica. Como editorial somos muy jóvenes y estuvo bueno presentar nuestro último título en el MALBA. Un libro que queremos difundir porque ocupa un vacío más allá del mundo del teatro: cómo piensa su arte el propio artista. Decidimos darles la voz a los propios artistas y fue muy interesante porque muchos dramaturgos que colaboraron me dijeron que estaban contentos de haberse sentado a pensar y escribir cosas que quizá nunca habían tenido tiempo de sentarse a escribir pero que venían pensando.

LDL-¿Nunca pensaste con la cantidad de nuevos doctores que hay hoy con la ampliación de becas de posgrado de varias instituciones en editar tesis-ensayos?

NK- No. Porque Sol y yo nos corrimos de la Academia. Si son tesis buenas y originales, sí, por supuesto, las miraríamos y pediríamos que las conviertan en ensayos. Lo que no queremos es abrir una línea “tesis”. Por ahora nos podemos dar el lujo de sacar lo que queremos y esperamos seguir así.

LDL-Sabemos que estuviste en la Feria de Guadalajara, donde la Argentina fue invitada de honor. Vos fuiste como editora, imagino que, entre otras cosas, a tramitar cuestiones de derechos, a presentar tu editorial, y también a vender.  ¿Cómo es ese funcionamiento fuera del país  y en el contexto de una feria como aquella? ¿Qué resultados obtuviste?

NK- Yo fui por mi propia cuenta, como editora y librera. No fui como representante de la Argentina, país de honor. Tampoco estuve en el mismo hotel en el que estuvieron los escritores, aunque sí estuve con ellos en la feria y en los miles de eventos que había cada noche. Yo fui a trabajar, compré libros para traer, contacté editoriales, vendí libros allá de cosas de la librería que llevé a distintas personas, fui a citarme con autores, por ejemplo con un mexicano que quizá publicamos próximamente. También estuve en el salón de derechos. Estuve de reunión en reunión como editora y librera. Aparte también participé de una charla sobre literatura argentina, de una lectura de poemas con Francisco Garamona, y di una charla sobre poetas argentinos en el stand de la universidad del Iteso, en la feria. Estuve casi un mes de viaje, primero fui diez días al DF a casa de unos amigos, y ahí leí poesía en la casa del poeta Ramón Velarde y en el Antiguo Museo de la poesía contemporánea, después a Guadalajara y finalmente aproveché la playa para descansar luego de la feria. Fue muy positiva la experiencia, lo que pasa es que la feria es un estado de exaltación absoluta. Estás todo el día a mil, dormís poco porque cada noche una editorial hace una fiesta distinta, que suelen ser con barra libre hasta las 24 h., y yo tenía que estar despierta al día siguiente, fresca para encarar reuniones con un discurso y vender mi editorial. En ese estado de locura, de absoluta estimulación e interacción es cuando más ideas se te ocurren. También trazas nuevos vínculos con escritores, volvés con nuevos amigos. Eso es lindo.

LDL-Hay un fetichismo lindo en los libros que editan: son ediciones muy cuidadas, con ilustraciones de artistas plásticos, señaladores. ¿Cómo se relaciona esa visualidad de los objetos con el proyecto editorial?

NK- Nosotras somos muy fetichistas y estéticas, pero también queremos dar a difundir artistas plásticos contemporáneos. En esta época está bastante escindida la pintura de la escritura. La idea es que dialoguen los artistas. También nosotras estamos al día, pero por gusto, en muestras de arte, teatro, etc., y eso incide en nuestra actividad. Ya leí mucho y ahora quizá sea la imagen lo que más me estimule. Nos interesa que el libro sea lindo y que den ganas de tenerlo, hay una curadora de arte que se llama Verónica Romano que se ocupa de esa parte.

LDL-Ya que apelaste tanto a tu gusto (casi un oficio ya) por recomendar, ¿a qué autores/as contemporáneos/as de todos los géneros recomendarías?

NK- Mis caballitos de batalla son Hernán Ronsino (Glaxo, principalmente), Heroína de Gabriela Bejerman, Una idea genial de Inés Acevedo; y en poesía: Mario Ortíz y Verónica Viola Fisher. Pero tal vez ellos ya sean muy conocidos. De los menos leídos, creo que hay que leer a Estela Figueroa, que es una poeta de Santa Fe. A mí me la recomendó en su momento Juana Bignozzi. De Latinoamérica suelo recomendar La casa de Cartón, de Martin Adán, La isla en peso de Virgilio Piñera, Pudor de  Roncagliolo, libros de Antonio Cisneros, las crónicas de Merino. Y de afuera recomendé mucho Los enamorados, de Alfred Hayes, Cuentos reunidos de Askildsen, Indeterminación de John Cage, y Devociones de Larkin. En ensayo a Diego Tatián y Sobre Sánchez de Osvaldo Baigorria. Es una lista muy parcial igual Hay joyitas acá que no puedo creer que no hayan desaparecido todavía, como Al buen entendedor de Seamos Heaney.

LDL-Para cerrar, ¿cómo ves la poesía hoy con las nuevas ofertas en otros formatos: video-poemas, performances? ¿Habría más una apuesta por la oralidad y la espectacularidad como primera (o incluso única) instancia antes del papel? Me refiero a los modos sobre cómo comunicar un poema.

NK- Yo creo que la oralidad es un aspecto interesante y siempre estuvo. Hubo muchos ciclos de poesía leída: Zapatos RojosLa voz del erizo, etc. Hay por supuesto una dimensión performática en la comunicación de los poemas porque estamos ante un boom de la perfomance. De lo que no estoy segura es de si todos los poemas resisten la lectura, el encuentro con el papel de parte del lector. A veces sólo resisten la performance. Para mí la poesía siempre va  a estar ligada a esa idea de lo sagrado, de lo íntimo. De hecho, te digo que me interesan muy pocos poetas en la actualidad. También es cierto que Facebook multiplica la visibilidad de la nueva generación de poetas. Y no me interesa tanto la cosa tan narcisista. El tiempo va a decir qué poetas son o no realmente importantes hoy, los que van a quedar y se van a leer, y de los que nadie se va a acordar. Eso se legitimará por las ediciones que se hagan, por la academia, por los lectores, etc. No se sabe aún. Hay muchos circuitos de legitimación hoy, es muy fácil que te hagan una nota, entonces no  necesariamente eso implica que seas bueno o malo. Para mí, hay pocas cosas novedosas o interesantes. Y considero que hoy la poesía tiene que sostenerse en el papel. Por otro lado, tampoco te puedo dar una respuesta lúcida, la verdad es que es muy difícil pensar el presente desde el presente.


*Nurit Kasztelan “Alos 8 quería ser kiosquera para comerme todos los caramelos del kiosco. Supongo que algo de eso quedó y por eso me hice librera. Ahora pienso que más allá de tener todos los libros, lo que más me gusta es recomendarlos. Ser librero es pertenecer a un género extraño: esa pasión por revisar y encontrar la joyita, el libro perdido, el recibir las novedades, los títulos esperados, el recomendar lo que leíste y te partió la cabeza y que vuelvan a la librería y te digan a mi también me pasó eso… el fetichismo. El mío es tan alto que no sólo vendo libros, sino también los edito: co-dirijo con Sol Echevarría la editorial de ensayo latinoamericano contemporáneo Excursiones y antes coeditaba con ella la revista virtual de arte y literatura No-retornable. También co-organicé durante tres años un ciclo de lecturas de poesía: La manzana en el gusano. Escribo poesía y dramaturgia. Publiqué Movimientos Incorpóreos (Huesos de Jibia, 2007), Teoremas (La propia Cartonera, Montevideo, 2010) y Lógica de los accidentes (Vox, 2013 y Liliputienses, España, 2014); y formé parte de la antología de dramaturgia Perfecta Anarquía volumen I (2011), compilada por Andrea Garrote, con una pieza breve que luego dirigí”.

** Lucía De Leone es doctora en Letras (UBA), docente, e investigadora del CONICET. Colabora periódicamente en publicaciones científicas y de difusión cultural.

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